I Samuel: La transición
Este libro (y el
siguiente) lleva el nombre de Samuel porque él es la persona que Dios usó para
facilitar “la transición” que toma lugar durante la historia registrada
aquí. Hasta los libros de Samuel, la
nación de Israel ha estado bajo una “teocracia” (Dios era su “Rey” y
Líder). Pero por la rebelión del
pueblo de Dios y debido a su desobediencia bajo los jueces, esta época de la
teocracia fue un fracaso completo, obviamente no porque fuera una teocracia
(gobierno de Dios), sino debido al rebelarse el pueblo de Dios pidiéndole al
profeta y juez Samuel que deseaban ser gobernados como las demás naciones
(gobierno humano). Así que, Dios les
concede el deseo equivocado de su corazón y a través de Samuel, el último juez,
para que Israel entre a una nueva etapa en la que se desarrolla como nación
entre altos y bajos.
El libro de I
Samuel comienza contiene en sus primeros siete capítulos mostrando a Israel
gobernado a través del profeta mismo.
Samuel es diferente de los demás por su relación con la Palabra de Dios,
y es por esto que Dios lo usó tanto. Y Samuel creció, y Jehová estaba con él, y
no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras.
Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, conoció que Samuel era fiel
profeta de Jehová. I Sam.
3.19-20
Este primer
libro de Samuel podría llamarse “el Libro de Saúl” porque la gran mayoría de su
contenido se trata de la vida de este primer rey de Israel. El principal
problema con Saúl es que Dios no lo escogió para ser rey de Su pueblo. Saúl fue
elegido por los mismos israelitas. El
testimonio de su relación con la Palabra de Dios es muy diferente del de
Samuel, y por esto Dios le quitó el reino para dárselo a otro mejor que
él.
Porque como
pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la
obstinación. Por cuanto tú desechaste la
palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey. I Sam.
15.23
Entonces Samuel
le dijo: Jehová ha rasgado hoy de ti el reino de Israel,
y lo ha dado a un prójimo tuyo mejor que tú.
I Sam. 15.28
El pueblo no
quería esperar a que Dios les proveyera un rey, entonces escogieron a Saúl
(que, de hecho, llegó a ser uno de los 18 tipos principales del Anticristo en
la Biblia). El Señor tenía a otro en mente (uno de los 21 tipos principales de
Cristo en la Biblia) y de él se trata el siguiente libro en la Biblia.
Y Samuel tomó el
cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos;
y desde aquel día en adelante el Espíritu de
Jehová vino sobre David.
Se levantó
luego Samuel, y se volvió a Ramá.
I Sam. 16.13
II Samuel: La confirmación
Como I Samuel es
“el Libro de Saúl”, II Samuel podría llamarse “el Libro de David” porque trata
de los hechos de la vida de este gran rey de Israel. El reino que era dividido
bajo el reinado de Saúl ya se une y se confirma bajo David quien empieza a
extender las fronteras de Israel derrotando a todos los enemigos con que se
encuentra.
Y puso
guarnición en Edom; por todo Edom puso guarnición,
y todos los edomitas fueron siervos de
David.
Y Jehová dio la victoria a David
por dondequiera que fue.
II Sam.
8.14
David, el hombre
de guerra, es un cuadro de Cristo Jesús en Su segunda y gloriosa venida. Como
el rey David, Jesucristo hará guerra contra los enemigos de Israel y los sacará
de la tierra que Dios le dio a Israel.
Al final de la vida de David, hay paz en el reino e Israel está ocupando
casi toda la tierra prometida. Es
durante este tiempo de paz que el reino pasa de David a su hijo, Salomón, un
tipo y cuadro de Cristo sobre el trono de David durante el Milenio cuando
reinará como el Rey de reyes. La historia de Salomón es el tema de la primera
parte del siguiente libro, I Reyes.
I Reyes: La descomposición
La historia de I
Reyes empieza bien cuando Salomón recibe el trono de su padre, David.
Durante el
reinado de Salomón, Israel experimenta un tiempo de paz y seguridad en la
tierra prometida como nunca en su historia, como cumplimiento del Dios Fiel del
Pacto que hizo con David. Los judíos llegan a ser la cabeza de las naciones
gentiles y todo el mundo se halla bajo los pies de Israel durante los primeros
capítulos de I Reyes
.
Y Salomón
señoreaba sobre todos los reinos desde el Éufrates hasta la tierra de los
filisteos
y el límite con Egipto; y
traían presentes, y sirvieron a Salomón todos los días que vivió.
I Rey 4.21
Así excedía el
rey Salomón a todos los reyes de la tierra en riquezas y en sabiduría.
Toda la tierra procuraba ver la cara de
Salomón, para oír la sabiduría que Dios
había puesto en su corazón. Y todos le llevaban cada año
sus presentes:
alhajas de oro y de plata, vestidos, armas, especias aromáticas, caballos y
mulos.
I Rey 10.23-25
Durante este
periodo de paz y dominio Salomón edifica el famoso Templo de Jehová en
Jerusalén. Le cuesta siete años edificar
la casa de Dios. Aquí, entonces, es
donde Dios nos da una pista sutil de los problemas en el reino que resultarán
luego en la descomposición del reino. Justo después de terminar la casa de Dios
(I Rey 6.38), Salomón edifica su propia casa (I Rey 7.1). No le cuesta siete
años edificarla, sino que dura 13 años haciéndola. En esto no sólo vemos el número de la
rebelión, también el hecho que el rey ocupa casi el doble del tiempo en su
propia casa que el que invirtió en la casa de Dios. Cuando nosotros nos
preocupamos por nuestra propia comodidad más que por la comisión de Dios,
estamos por caer. Esto es exactamente lo que le pasa a Salomón.
Y cuando Salomón
era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos,
y su corazón no era perfecto con Jehová su
Dios, como el corazón de su padre David.
Porque Salomón siguió a Astoret, diosa de los sidonios, y a Milcom, ídolo
abominable de los
amonitas.
I Rey 11.4-5
La historia de
Salomón termina muy diferente de cómo empieza. Él deja de seguir a Dios y
empieza a seguir a los dioses falsos de sus muchas mujeres descarriado del
propósito y del Pacto que Dios había levantado tanto con su padre David como
con el mismo Salomón. Salomón es una
lección negativa en la historia de Israel para que el pueblo espiritual de
Dios, la Iglesia, obtenga una enseñanza positiva respecto de no abandonar nunca
el Pacto que Dios le ha levantado mediante Cristo Jesús El Rey Perfecto y
Eterno.
Después de
Salomón el reino se divide en dos, con las diez tribus del norte (llamadas
“Israel”) separándose de las dos del sur (llamadas “Judá”). Luego, a través de
una rápida sucesión de diferentes reyes, tanto en Israel como en Judá, el reino
se va descomponiendo hasta que Dios manda el castigo fuerte de la dispersión en
el siguiente libro. El último rey que se menciona en el último pasaje del Libro
de I Reyes es un buen ejemplo de casi todos los reyes de Israel y de Judá
después de Salomón.
Ocozías hijo de
Acab comenzó a reinar sobre Israel en Samaria,
el año diecisiete de Josafat
rey de Judá; y reinó dos años sobre Israel.
E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, y
anduvo
en el camino de su padre, y en el camino de su madre, y en el camino de Jeroboam hijo de
Nabat, que hizo pecar a
Israel; porque sirvió a Baal, y lo adoró, y provocó a ira a Jehová Dios
de
Israel, conforme a todas las cosas que había hecho su padre.
I Rey 22.51-53.
II Reyes: La dispersión
Es durante la
historia de II Reyes que Dios le manda a Israel la mayoría de los
profetas. Por medio de los profetas Dios amonesta a Su
pueblo a arrepentirse y le avisa del duro juicio y castigo que están por venir.
(Una señal distintiva de la manifestación profética de Dios, es decir, el
surgimiento de los profetas de Dios, es que se da en momentos de una profunda
crisis espiritual, moral y social en el pueblo de Dios y el papel de los
profetas, generalmente ha sido confrontar al pueblo de Dios respecto de su
pecado y alejamiento de Dios y exhortarlo a “volver a las sendas antiguas”, o
sea el Camino recto que es Dios mismo).
Después de 80
años de prosperidad bajo David y Salomón, la nación de Israel lo pierde todo en
II Reyes porque no quiere dejar de pecar y así se hunde más y más en la
apostasía y la idolatría. Al fin y al
cabo Dios no espera más y manda a Su pueblo a la dispersión. Israel (las diez
tribus del norte) es llevado cautivo por los asirios en II Reyes 17, y Judá
(las dos tribus del sur) se va al cautiverio babilónico en II Reyes 25.
Nabucodonosor
fue el primer rey gentil para hollar Jerusalén.
En el mes
quinto, a los siete días del mes, siendo el año diecinueve de Nabucodonosor
rey
de Babilonia, vino a Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia, siervo del
rey
de Babilonia. Y quemó la casa de
Jehová, y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalén;
y todas las casas
de los príncipes quemó a fuego. Y todo el ejército de los caldeos que estaba
con el capitán de la guardia, derribó los muros alrededor de Jerusalén. Y a los
del pueblo
que habían quedado en la ciudad, a los que se habían pasado al rey
de Babilonia,
y a los que habían quedado de la gente común, los llevó cautivos
Nabuzaradán,
capitán de la guardia.
II
Rey 25.8-11
Dios le quitó a
Israel el reino y se lo entregó a los gentiles, quienes desde entonces han
reinado en el mundo. Israel podría haber
recibido este reino físico en el mundo durante la primera venida de Cristo,
pero lo rechazó cuando no aceptó a Jesús como su Mesías. Así que, los tiempos de los gentiles se
extenderán hasta la segunda venida de Cristo (Apoc 11.2), cuando Él vendrá para
tomar control de los reinos de este mundo a la fuerza (Apoc 11.15). En el
segundo capítulo de Daniel, La Escritura da un bosquejo de los tiempos de los
gentiles en la imagen de metal que Nabucodonosor vio en su sueño. Estos tiempos
empezaron con el reino de Babilonia y Nabucodonosor que era la cabeza de oro
(Dan 2.36-38). Terminarán con la venida del Mesías, la piedra que desmenuza
toda la imagen destruyendo el último reino de las piernas y los pies (Dan
2.44-45).
I Crónicas: La retrospección (I y II Samuel)
Primero de
Crónicas es una retrospección de los libros de Samuel. Se trata de los mismos
acontecimientos de los reinados de Saúl y David pero se escribieron desde una
perspectiva diferente. En Samuel vemos los eventos desde la perspectiva del
trono (de los reyes) y en I
Crónicos los vemos desde el punto de vista del templo (de los sacerdotes).
II Crónicas: La retrospección (I y II Reyes)
Segundo de
Crónicas es una retrospección de los libros de Reyes. Se trata de los mismos
eventos que se registraron en I y II de Reyes, sólo que se escribieron desde
una perspectiva diferente. Igual que I Crónicas, este libro se escribió desde
la perspectiva del templo (de los sacerdotes) y no del punto de vista del trono
(de los reyes).
Esdras: La restauración.
En los
siguientes tres libros, la historia de Israel continúa y por esto se incluyen
en el grupo de los libros de historia. Sin embargo Esdras, Nehemías y Ester
forman un grupo aparte porque se trata de la historia de Israel después de la
cautividad (la dispersión). El Libro de Esdras es un libro acerca de la
restauración de la nación de Israel en la tierra prometida después de los 70
años (Jer 25.11-12; 29.10; Dan 9.2) de cautividad en Babilonia.
Así ha dicho
Ciro rey de Persia: Jehová el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de
la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá.
Quien haya entre vosotros de su pueblo, sea Dios con él, y suba a Jerusalén que
está en Judá, y edifique la casa a Jehová Dios de Israel (él es el Dios), la
cual está en Jerusalén.
Esd 1.2-3
Vuelven a su
tierra y la primera cosa que hacen es reconstruir el templo para restablecer la
comunión con Dios. Este es un buen
patrón para nosotros cuando nos encontramos bajo la disciplina del Señor por
habernos metido en pecado. Después de arrepentirnos, la primera cosa que
necesitamos hacer es restablecer la comunión con Dios. Necesitamos estar en Su presencia. Como los
judíos volvieron al lugar de bendición y reedificaron el templo (donde podían
estar en comunión con el Señor), nosotros necesitamos volver al lugar de
bendición y reedificar un buen tiempo a solas en la Biblia y la oración (donde
podemos estar en comunión con el Señor). Lo primordial siempre es la comunión
con Dios.