viernes, 2 de mayo de 2014

Séptima clase de PANORAMA BÍBLICO


Los Doce libros de Historia

Los Libros Históricos en el Antiguo Testamento tratan sobre la formación del pueblo de Israel, el exilio a Babilonia y el regreso a Jerusalén. En estos libros aprendemos sobre las murallas que cayeron en Jericó, el reinado de David, conocemos al profeta Elías, y una serie de reyes irreverentes. La gran lección es que Dios cumple sus promesas y espera de su pueblo obediencia y fidelidad.  Esta serie de Libros en La Biblia están después del Pentateuco y antes de los libros poéticos.

Josué:  La posesión

Tomó, pues, Josué toda la tierra, conforme a todo lo que Jehová había dicho a Moisés; y la entregó Josué a los israelitas por herencia conforme a su distribución según sus tribus; y la tierra descansó de la guerra. (Jos 11:23)

El Libro de Josué es un libro de victoria y puede dividirse fácilmente en dos partes según las dos etapas de la conquista de la tierra prometida que se menciona en Josué 11:23.

Primero, los capítulos del 1 al 12 tratan de la conquista de la tierra y, luego, los siguientes capítulos (del 13 al 24) tienen que ver con la ocupación de la misma.  Así que, el Libro de Josué es el que cuenta la historia de Israel tomando control de lo que Dios les prometió años antes.  Es también un libro de transición porque nos lleva de los libros de Moisés, y el comienzo de la nación de Israel, al resto del Antiguo Testamento y el desarrollo del reino de Israel en la tierra prometida.

Hay mucha enseñanza doctrinal y práctica que el estudiante de la Biblia puede sacar del Libro de Josué porque, en cierto sentido, es el “Libro de Jesús”.  Josué sirve de pre-tipo de Jesús como otros siervos de Dios en el A.T.  El nombre Josué en hebreo es el mismo nombre Jesús en griego.

Así que, por medio de los tipos y cuadros en Josué podemos ver muchas enseñanzas prácticas acerca de cómo nosotros podemos tomar posesión de (experimentar) todo lo que Dios nos ha prometido en Jesús.   

En Él tenemos la promesa de vida abundante (Juan 10.10) y la de toda bendición espiritual (Ef 1.3), pero ello implica asumir una vida activa como guerreros para tomar posesión de lo que Dios ya prometió, de lo contrario nunca lo experimentamos en este mundo. Si queremos ver y tomar lo que Dios tiene para nuestra vida como posesión eterna, tenemos que cumplir lo mismo que se le dijo a Josué: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas”.  (Josué 1.9)   La vida en el Reino de Dios no es para cobardes.  Dios sentencia que “…los cobardes y los incrédulos…tendrán su parte en el lago de fuego…” (Apocalipsis 21:8)  

También, doctrinalmente el Libro de Josué es un cuadro profético de la segunda venida de Cristo.   El Mesías vendrá y seguirá la misma ruta que Josué tomó para tomar control de la tierra. Él, como Josué, despojará a los enemigos de Israel que están ocupando la tierra prometida y luego la dividirá entre los hijos de Israel durante el Milenio


 Jueces y Rut: La declinación

Después los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová, y sirvieron a los baales.    Dejaron a Jehová el Dios de sus padres, que los había sacado de la tierra de Egipto, y se fueron tras otros dioses, los dioses de los pueblos que estaban en sus alrededores, a los cuales adoraron; y provocaron a ira a Jehová. (Juec 2.11-12)

Lastimosamente, para Israel la victoria del Libro de Josué no dura mucho tiempo. En el Libro de Jueces leemos acerca de la declinación de la nación de Israel hacia la apostasía y finalmente, la ruina.  Se puede ver seis veces en este libro el mismo ciclo de apostasía.

Primero, Israel cae en pecado desobedeciendo a la Palabra de Dios. Luego, Dios les envía un opresor para castigarles y llevarlos hacia el arrepentimiento. Bajo el duro castigo de Dios, los israelitas se arrepienten y claman a Él por liberación. Por esto, el Señor levanta un juez—un líder para el pueblo—y él moviliza a los israelitas a la guerra contra sus enemigos para sacarlos de su aflicción. Por lo tanto, los israelitas experimentan la victoria por medio de la provisión de Dios, pero al rato caen otra vez en el pecado y la apostasía desobedeciendo la Palabra de Dios, y el ciclo se repite.

El versículo clave del Libro de Jueces es el último y capta bien la causa de todos los problemas de Israel durante este tiempo.

En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía. (Juec 21.25).         No había rey—una autoridad final—para guiar a los israelitas conforme a la voluntad de Dios, entonces cada cual hacía lo que le daba la gana. Todos vivían según su propio parecer. Esto nos ayuda a entender la apostasía de nuestros días que se debe a la misma falta de autoridad final. La gente ha rechazado la Biblia como la autoridad y cada uno hace lo que bien le parece. Es como muchos dicen: “... Dios me dijo... Tuve un sueño... El Señor me mostró en una visión...” Al decir este tipo de cosas, echan por la borda la autoridad final de la Escritura y aceptan la autoridad de su parecer.
Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. (2Tim 4.3-4)

Además, el Libro de Jueces es un cuadro doctrinal y profético de “aquellos días” de la Tribulación que están por venir después del arrebatamiento de la Iglesia. Él duro castigo que Israel experimentaba durante el tiempo de los jueces prefigura lo que les va a pasar en la Tribulación cuando los pueblos del mundo se reúnen para exterminar a los judíos (Apoc 12.17).

Sin embargo, como en el Libro de Jueces, el castigo divino va a provocar el arrepentimiento en Israel y Dios mandará a un Juez, el Mesías, para librar a los judíos de sus opresores.

Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron [en la crucifixión], y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito. (Zac 12.10)

Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla. 
(Zac 14.3)

Rut:

La historia de Rut toma lugar durante el tiempo de los jueces, entonces por esto forma parte de la misma “declinación” del pueblo de Dios. El Libro de Rut nos muestra que aun durante tiempos de apostasía y el duro castigo de Dios sobre Su pueblo, hay gente que le quiere obedecer.  En esta historia Rut, una mujer gentil pero obediente a la ley de Moisés, y Booz, un hombre judío que la redime para tomarla por esposa.  Todo el libro es un bello cuadro de lo que Jesús ha hecho por nosotros.  Booz es un tipo y cuadro de Jesucristo y Rut la gentil tipifica la Iglesia.  Como Booz libró a Rut de su pobreza física a través de una obra de redención, así Cristo nos rescató de la pobreza espiritual por la redención que nos consiguió en la cruz.  Esta historia termina con la gran felicidad de una boda: tanto la de Booz y Rut, como la de Cristo y nosotros (Su Iglesia) (Apoc 19.9-10).

El versículo clave de Rut es 1.16.
Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. (Rut 1.16)

En este versículo vemos que la decisión de Rut de aceptar al Dios de los israelitas es lo que hace toda la diferencia en su vida.
¡Qué buen cuadro de otro versículo “1.16” que está en la Biblia!
Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. (Rom 1.16)