Nehemías: La
reconstrucción
Les dije, pues:
Vosotros veis el mal en que estamos, que Jerusalén está desierta,
y sus puertas
consumidas por el fuego; venid, y edifiquemos el muro de
Jerusalén, y no
estemos más en oprobio.
Neh 2:17
Hay un segundo regreso de
Babilonia a la tierra bajo el liderazgo de Nehemías. Vuelven esta vez para
reconstruir los muros alrededor de Jerusalén y ponerle puertas otras vez. Como
en Esdras podemos ver un cuadro personal de la necesidad de la comunión con
Dios (reedificar el templo), en Nehemías podemos ver el próximo paso en
restablecernos con nuestro Señor. Una vez que tenemos la comunión con Él,
necesitamos levantar “muros” para separarnos de nuestros enemigos: la carne, el
mundo y el diablo. Nos separamos de los enemigos para consagrarnos a Dios y ser
usados en el plan de extender el reino. Pero, no podemos edificar muros sin
puertas porque si nos separamos completamente de todo, no podemos cumplir con
la misión.
Las puertas en el muro de Jerusalén forman cuadros de ministerios y
medios por los cuales alcanzamos al mundo con la luz del evangelio de Cristo
Jesús. Además de esta enseñanza personal en Esdras y Nehemías, hay un cuadro
doctrinal y profético también. Como en Esdras un remanente de judíos volvió a
la tierra para prepararla para la nación, así la Primera Guerra Mundial preparó
la tierra prometida para Israel también. Después de la Primera Guerra Mundial
sacaron la Declaración de Balfour (1917-18 d.C.) que trazó las fronteras de la
tierra que sería de Israel en el futuro cercano. Luego, como en Nehemías el pueblo
levantó muros para separarse de las demás naciones (ya como una nación
separada, autónoma e independiente), así sucedió después de la Segunda Guerra
Mundial.
En 1948 d.C., después del Holocausto en Alemania, Israel llegó a ser
una nación otra vez cuando miles de judíos llegaron allá para “separarse” de
las demás naciones y formar la suya otra vez. Esdras y Nehemías forman un
cuadro profético de los dos “regresos” a la tierra prometida después de las dos
Guerras Mundiales. La Primera Guerra Mundial preparó la tierra para los judíos
y la Segunda Guerra Mundial (con la persecución de los judíos por Hitler)
preparó a los judíos para la tierra. El siguiente evento en el calendario
profético de Dios es lo que vemos en el Libro de Ester: el arrebatamiento de la
“reina gentil” (la Iglesia) y la manifestación del hombre de pecado (el
Anticristo).
Ester: La preservación
En el Libro de Ester vemos
la preservación divina de los judíos en la tierra de su cautividad durante los
años después del primer regreso a la tierra prometida. Los eventos de Ester
tomaron lugar entre los capítulos 6 y 7 del Libro de Esdras. Este libro se
trata de la historia de una judía que Dios usó durante este periodo para
preservar a Su nación del genocidio de su enemigo, Amán el agageo.
LOS CINCO LIBROS DE SABIDURÍA
Estos cinco libros son “de
sabiduría” porque se escribieron de una manera general y universal. Aunque
tratan de eventos y tiempos durante la historia del Antiguo Testamento, los
principios que Dios comunica a través de estos libros son aplicables en
cualquier época y a cualquier pueblo. Además, a pesar de que podemos ver mucha
historia en estos libros, principalmente fueron escritos para preservar y
comunicar la sabiduría de Dios—las instrucciones de cómo debemos vivir delante
de un Dios Santo y Todopoderoso.
Job: La bendición por medio del sufrimiento
Job es el libro más antiguo
de toda la Biblia. Aunque Génesis trata de la creación y aparece primero en el
orden de los libros de la Escritura, fue escrito por Moisés alrededor del año
1490 a.C. Job fue escrito durante los días de los patriarcas. O sea, Job era
contemporáneo de Abraham, quien vivió generaciones antes de Moisés. Además,
puesto que se escribió durante este tiempo de la vida da Abraham, el Libro de Job
contiene mucha información sobre el mundo antes del diluvio de Génesis 7, tanto
el mundo de Noé como el de antes (el de Lucero en Génesis 1.1). Por la fecha en
que fue escrito es interesante (e importante) notar que Job pudo haber hablado
con alguien que habló con Sem, uno de los tres hijos de Noé. Así que, durante
la vida de Job y alrededor del tiempo de su prueba, había mucho conocimiento de
la historia del mundo de Noé y la del original de Lucero, conocimiento que ya
se ha perdido.
Job es un libro increíblemente
profundo y contiene mucha información sobre el pasado de esta creación y las
criaturas y que la habitaron.
El Libro de Job se divide en tres partes.
- Primero leemos acerca de Job y Satanás (Job 1-2),
- Luego de Job y sus amigos (Job 3-37)
- Y al final de Job y Dios (Job 38-42).
Hay mucha enseñanza práctica
para el estudiante de la Biblia en este libro. Uno puede aprender cómo
responder a las duras pruebas de la vida.
Job lo perdió todo en cuestión de un
par de días: sus hijos, sus posesiones y aun su propia salud. Sin embargo respondió
bien, por lo menos al principio (sería bueno que todos nosotros respondiéramos
así cuando nos toca una prueba difícil).
Y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y
desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.
En todo esto no pecó Job,
ni atribuyó a Dios despropósito alguno.
Job 1.21-22
Además, en el Libro de Job
vemos cómo Dios a menudo desarrolla el carácter de Sus santos a través de las
tribulaciones (Hechos 14:22).
El Señor dijo que Job era un hombre perfecto y
recto (Job 1.1), pero a pesar de esto lo metió en el “horno de aflicción” para
purificarlo un poco más. Es a menudo a través de la aflicción que Dios nos saca
la “escoria” de la maldad y de los problemas que tenemos en nuestro carácter.
Job tenía la tendencia de justificarse a sí mismo y de confiar en sus propios
méritos. A través de su prueba aprendió que el hombre no es nada y que Dios es
todo (Job 42.1-6). A través de las pruebas y los tiempos
difíciles, Dios hace Su buena obra de purificarnos y refinarnos. Aunque nos
duele, después vale la pena (como con Job: recibió el doble de todo lo que
perdió al principio; Job 42.10).
Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la
obediencia.
Heb 5.8
He aquí te he purificado, y no como a plata; te he
escogido en horno de aflicción.
Isa 48.10