sábado, 12 de julio de 2014

Duodécima Clase PANORAMA BÍBLICO I. Los Profetas Menores

LOS DOCE PROFETAS MENORES
     
Oseas:  El extremo amor de Dios

El principio de la palabra de Jehová por medio de Oseas. Dijo Jehová a Oseas:
Ve, tómate una mujer fornicaria, e hijos de fornicación;
porque la tierra fornica apartándose de Jehová.
Oseas 1.2

El Libro de Oseas trata de la fornicación y el adulterio espiritual de los judíos durante el libro de II Reyes. Israel, que se casó con Jehová en el Monte Sinaí, se apartó de Él para ir en pos de dioses ajenos (Isa 54.5 con Exod 19.4-6; Ezeq 16.8, 32).

En la Biblia la apostasía (dejar la verdad) y la idolatría (adorar a los dioses ajenos) es como la infidelidad marital y la fornicación o el adulterio. Entonces, Dios manda al profeta Oseas que se case  con una mujer adúltera—una fornicaria—para darles a los israelitas una lección visible y obvia de su pecado de infidelidad al pacto que hicieron con Él (Os 8.1). Así que, por la apostasía y la idolatría, Dios promete castigar a Su pueblo Israel en el tiempo venidero de la Tribulación. Lo que Él quiere lograr a través de esta disciplina divina es la restauración de Su “esposa” Israel. A pesar de la fornicación y el adulterio espiritual de Israel con otros dioses, Jehová la ama “hasta lo último”. No hay nada que pueda separar a Israel del amor de su Marido, ni siquiera la infidelidad descarada.

Por tanto, he aquí yo rodearé de espinos su camino, y la cercaré con seto, y no hallará sus caminos. Seguirá a sus amantes, y no los alcanzará; los buscará, y no los hallará. Entonces dirá: Iré y me volveré a mi primer marido; porque mejor me iba entonces que ahora.
Oseas 2.6-7

JoelLa súplica antes del juicio

Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo.
Joel 2.12-13
Joel es otra profecía que Dios mandó a Israel durante los tiempos de apostasía de II Reyes. Dios advierte a los de Su pueblo con el juicio inminente, la destrucción de su tierra y el cautiverio si ellos no se arrepienten. Como con todos los profetas menores, hay mucho en el Libro de Joel acerca de la Tribulación (Joel 2.1-2; 3.1) y la segunda venida de Cristo (2.31; 3.21).

Amós:  El juicio para reconciliación
He aquí los ojos de Jehová el Señor están contra el reino pecador, y yo lo asolaré de la faz de la tierra; mas no destruiré del todo la casa de Jacob, dice Jehová.
Amós 9.8
Amós profetizó a las diez tribus del norte (que se llaman “Israel”) durante los últimos días de apostasía y prosperidad justo antes de la deportación y la cautividad en Asiria. Dios les había dado a los de Su pueblo un gran privilegio entre todas las otras naciones del mundo pero ellos abusaron de la bendición.
Dios le prometió a Israel que arreglaría cuentas pronto si no se arrepentía. Sin embargo, a pesar del duro castigo que estaba por venir, el Libro de Amós promete a Israel la reconciliación y la restauración completa. Dios manda Su juicio no sólo para castigar sino también para conseguir la reconciliación. Uno de los pasajes más importantes en el Antiguo Testamento de la restauración futura de Israel es Amós 9.11-15. No hay duda: Dios restaurará Su pueblo Israel en la tierra prometida. Sólo es una cuestión de tiempo para que el juicio del castigo divino sobre su pecado de rebelión se lleve a cabo (la Tribulación).

Abdías:  El Dios de la justicia verdadera
Abdías es uno de los pocos libros en la Biblia que Dios dirigió, de una manera u otra, a los gentiles. Los otros dos libros son el de Nahúm—una profecía para los gentiles viviendo en Nínive—y Habacuc que escribió su profecía para los de Babilonia. Abdías dirigió su profecía a Edom (Abd 1.1) en los tiempos de apostasía en Israel, siempre durante la historia de II Reyes.

Porque cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones; como tú hiciste se hará contigo;
tu recompensa volverá sobre tu cabeza.
Abdías vr.15

Abdías es un libro acerca de la “justicia poética” de Dios porque Él les hará a las naciones gentiles (como Edom) tal como ellas hicieron a Su pueblo Israel. Nadie puede tocar la nación de Israel y salir sin el duro castigo de Dios (Gen 12.1-3). Así que, en Abdías vemos que es cierto el dicho: “Al que tira piedras, piedras le caerán”. Sólo que, en el contexto de la nación de Israel, es mejor dicho así: “A la nación que le tira piedras a Israel, peñas le caerán”. Dios es un Dios de justicia poética—la retribución justa—y en Abdías vemos la realización de esta verdad universal, que lo que uno siembra es lo que segará (Gal 6.7-8).

Jonás: Dios perdona a los convertidos

El Libro de Jonás se escribió también durante el tiempo de II Reyes, cuando Asiria estaba por llegar a Israel—a las diez tribus del norte—y llevar a los judíos en cautividad. La ciudad capital de Asiria en aquel entonces era la gran metrópoli de Nínive, la ciudad a la cual Dios mandó a Jonás. Este trasfondo histórico nos ayuda mucho a entender la desobediencia de este profeta. Él no quería ir a Nínive con el mensaje de Dios porque sabía que si ellos se arrepentían, Dios les perdonaría. Lo que Jonás trataba de procurar con su desobediencia era la salvación de Israel de su enemigo, Asiria.

Y oró a Jehová y dijo: Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte,
y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal.
Jonás 4.2

Jonás creía que si él podía sacrificarse desobedeciendo a Dios, Nínive nunca oiría el mensaje de juicio y por esto no se arrepentirían. Dios, entonces, tendría que destruir a los asirios e Israel estaría a salvo. Esta es la misma actitud que vemos en el Apóstol Pablo, que por tanto que amaba a su pueblo, quería sacrificarse, si fuera posible, por él.

Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos,
los que son mis parientes según la carne.
Romanos 9.3

Sin embargo, Dios no permitió ni a Pablo ni a Jonás sacrificarse por Su pueblo. Jonás llegó a la fuerza a Nínive y predicó a regañadientes el mensaje que Dios lo mandó. Por esto, todo el pueblo de Asiria, desde el rey hasta el hombre más común y corriente, se arrepintió de su mal camino. Dios, entonces, perdonó a los arrepentidos y no los destruyó como iba a hacer. Unos pocos años después estos mismos asirios, como instrumentos en las manos de Dios para recompensar a Su pueblo por el pecado, llegaron a la tierra de Israel y llevaron a las diez tribus del norte en cautiverio exactamente como Jonás temía.

Miqueas: El golpe para bendición

El “golpe” que Dios le prometió a Israel en la profecía de Miqueas era la cautividad—el castigo divino sobre la apostasía y la idolatría de Israel durante el tiempo de los reyes después de Salomón (Miqueas 1.6-7). Como siempre en todos los libros de los profetas, lo que Dios quiere lograr a través de las advertencias de juicio es guiar a Su pueblo al arrepentimiento. Este es el mensaje de Miqueas.

Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti:
solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.
Miqueas 6.8
 Dios quiere, entonces que este golpe de castigo en la cautividad lleve el buen fruto de arrepentimiento y humildad entre el pueblo de Israel. En este contexto del arrepentimiento viene la “bendición” por el golpe: la restauración completa (y todavía futura) de Israel en el reino mesiánico (Miqueas 4.1-5). Aunque Dios juzga severamente a los de Su pueblo, les bendecirá aún más.

Con esta lección para Israel, los ciudadanos del Israel espiritual (La Iglesia) deben aprender que la bendición de Dios no sólo significa estar o vivir “cómodos” o sin necesidad de bienes.

Nahúm: Dios no puede ser burlado

Profecía sobre Nínive. Libro de la visión de Nahum de Elcos. Jehová es Dios celoso y vengador; Jehová es vengador y lleno de indignación; se venga de sus adversarios,
y guarda enojo para sus enemigos.
Nahúm 1.1-2

Nahúm pronunció su profecía sobre la ciudad de Nínive, la misma a la cual Dios mandó a Jonás unos 150 años antes. Por la predicación de Jonás, los habitantes de Nínive se arrepintieron y Dios tuvo misericordia de ellos y no los destruyó. Sin embargo, no siguieron la Palabra de Dios y volvieron a su mal camino haciendo todo tipo de abominación. Puesto que nadie se burla de Dios, cuando Nínive se aprovechó de la piedad del Señor, Él les prometió una destrucción rápida y completa en el Libro de Nahúm.

Mas acerca de ti mandará Jehová, que no quede ni memoria de tu nombre; de la casa de tu dios destruiré escultura y estatua de fundición; allí pondré tu sepulcro, porque fuiste vil.
Nahúm 1.14

No hay medicina para tu quebradura; tu herida es incurable; todos los que oigan tu fama
batirán las manos sobre ti, porque ¿sobre quién no pasó continuamente tu maldad?
Nahúm 3.19
HabacucEl justo por su fe vivirá

Habacuc escribió su profecía durante las invasiones de los caldeos (Babilonia), justo antes de la última en 606 a.C. que resultó en el cautiverio de las dos tribus del sur que se llamaban Judá.

En este libro vemos el permiso que Dios le da a Babilonia para entrar en la tierra de Israel y ser el instrumento en Sus manos para juzgar al pueblo escogido por su rebelión. Sin embargo, Dios le dio a Habacuc una visión de Su futuro castigo sobre Babilonia y la restauración de Israel. Con esta esperanza, el Señor exhorta a los de Su pueblo a vivir por fe, confiando en Él, que cumplirá con todo lo que ha prometido.

He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá.
Habacuc 2.4

Sofonías: Las consecuencias del abuso del privilegio

Dije: Ciertamente me temerá; recibirá corrección, y no será destruida su morada
según todo aquello por lo cual la castigué. Mas ellos se apresuraron a corromper todos sus hechos. Por tanto, esperadme, dice Jehová, hasta el día que me levante para juzgaros...
Sofonías3.7-8

Tanto Israel como las demás naciones de la tierra reciben la dura reprensión de la profecía de Sofonías. Dios les ha dado mucho a todos ellos pero, ¿qué han hecho? Se han apresurado a corromper todos sus hechos. Así que, Dios les promete una justa recompensa por este abuso de privilegio.

Históricamente, el Libro de Sofonías se trata del tiempo de apostasía al puro final del Libro de II Reyes cuando Dios estaba por castigar a Judá con la invasión y cautiverio de Babilonia. Doctrinalmente nos muestra el futuro y el gran castigo de Dios sobre todas las naciones durante la Tribulación y la segunda venida de Cristo. Por esto se ven muchas frases claves en este libro como “el día de Jehová” (Sof 1.7), “aquel día” (Sof 1.15), “el día de la ira (el enojo) de Jehová” (Sof 2.2-3) y “el remanente” (una referencia al remanente fiel de los judíos en la Tribulación; Sof 2.7, 9; 3.13).

Hageo: La restauración de la bendición perdida.

Hageo y Zacarías profetizaron durante la reconstrucción del templo en Jerusalén después de los 70 años de cautividad en Babilonia (Esd 5.1). La profecía de Hageo sirvió para motivar a los israelitas a seguir en la edificación del templo y así restaurar la bendición perdida de la comunión con el Señor.

Subid al monte, y traed madera, y reedificad la casa; y pondré en ella mi voluntad,
y seré glorificado, ha dicho Jehová.
Hageo 1.8

Lo que había pasado entre los israelitas es algo que se ve a menudo espiritualmente entre los cristianos hoy. Un remanente de judíos regresó de Babilonia y empezó a edificar el templo, el lugar de comunión con Dios, colocando el fundamento (Esd 3.10). Sin embargo, cuando la situación se puso un poco difícil y experimentaron un poco de oposición, los judíos dejaron la obra (Esd 4.23-24). Colocaron el fundamento pero no terminaron de edificar el lugar de comunión con Dios. Sin embargo, por las profecías de Hageo y Zacarías, comenzaron otra vez a reedificar la casa de Dios y la terminaron.

Y los ancianos de los judíos edificaban y prosperaban, conforme a la profecía del profeta Hageo
y de Zacarías hijo de Iddo. Edificaron, pues, y terminaron, por orden del Dios de Israel,
y por mandato de Ciro, de Darío, y de Artajerjes rey de Persia.
Esdras 6.14

 Muchos cristianos hacen lo mismo. Colocan el “fundamento” de la salvación en Cristo Jesús    (I Corintios 3.10) pero, puesto que a veces la “edificación” de la comunión con Dios es difícil y hay oposición, desisten de la fe y nunca terminan la obra (I Cor 3.11; Efes. 2.22). Se acostumbran, entonces, a vivir sin “el templo”— sin la comunión con Dios. El mensaje de Hageo, entonces, es el de Pablo al final de I Corintios 15. ¡Siga edificando el lugar de la comunión con Dios porque vale la pena!

Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.
I Corintios 15.58

Zacarías:  La promesa de nuevas misericordias

Hageo motivó a los israelitas a poner manos a la obra y terminar de reedificar el templo. Zacarías predicaba a la par de Hageo y anunció las promesas de Dios para el futuro de la nación.  De esta manera Jehová, a través de la profecía de Zacarías, infundió a la nación de Israel con visión acerca del reino glorioso del Mesías y la parte de los judíos en él. Jehová no ha terminado con Israel y el Libro de Zacarías habla de su futuro en el gran plan de Dios.

Y me dijo el ángel que hablaba conmigo: Clama diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos:
Celé con gran celo a Jerusalén y a Sion.
Zacarías 1.14

Porque yo fortaleceré la casa de Judá, y guardaré la casa de José, y los haré volver;
porque de ellos tendré piedad, y serán como si no los hubiera desechado;
porque yo soy Jehová su Dios, y los oiré.
Zacarías 10.6

Malaquías:   El reclamo por la apostasía

Malaquías escribió su profecía alrededor de 100 años después de Zacarías y unos 400 años antes del nacimiento de Cristo Jesús.   Este libro contiene el último mensaje que Dios le mandó a Su pueblo antes de la llegada del Mesías prometido. Los judíos estaban en apostasía otra vez y Dios les llamó al arrepentimiento.

Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis.
Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos.
Mas dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos?
Malaquías 3.7

Esta es la condición de Israel cuando Juan el Bautista y Cristo Jesús llegan a la escena 400 años después. Por esto ellos tienen el mismo mensaje que Malaquías para la nación de Israel: “¡Arrepentíos!” (Mat 3.1-2; 4.17).


CONCLUSIÓN

 El Antiguo Testamento es un registro de la historia del reino sa través de más de 4.000 años (desde Adán hasta Cristo). Se trata de miles de diferentes acontecimientos y personas, pero siempre hay una unidad y un orden entre toda la diversidad porque Dios siempre sigue cumpliendo con el mismo plan. Quiere establecer y extender Su reino en toda Su creación. Satanás siempre se mete en el desarrollo de la historia para tratar de estorbar y desviar el plan de Dios.

Así que, vemos fracaso tras fracaso cuando los hombres reciben sus instrucciones de Dios pero no las obedecen.  Esto provoca el castigo de parte del Señor para corregir a Su pueblo y ponerlo de nuevo en el buen camino. A pesar de todos los problemas de los hombres y el castigo de Dios durante el Antiguo Testamento, la esperanza sigue igual. Desde Génesis 3.15 hasta el último capítulo de Malaquías 4, los hombres estaban esperando la venida del Mesías prometido y el reino perdurable que Él traería a este mundo.