sábado, 12 de julio de 2014

Undécima Clase PANORAMA BÍBLICO I. Los Profetas Mayores

LIBROS PROFÉTICOS

Se puede dividir los libros de los profetas en dos grupos generales: los mayores y los menores. Estos términos no tienen nada que ver con los temas del contenido de estos libros (porque a menudo los temas de los profetas menores son muchos más intensos que los de los mayores) sino con su tamaño. Los profetas mayores tienen más contenido—volumen—que los menores, salvo por el pequeño Libro de Lamentaciones que se incluye con los mayores porque es como un apéndice del Libro de Jeremías. Así que, los libros proféticos que son más gruesos se llama “los profetas mayores” y los más pequeños son “los profetas menores”.


Mucho del contenido de los profetas se trata doctrinalmente de la Tribulación, la segunda venida de Cristo y el Milenio. Las frases “aquellos días”, “aquel tiempo”, “aquel día” y “el día de Jehová” abundan en los libros de los profetas. Son frases claves que establecen el contexto doctrinal y se refieren a los tiempos del fin. Ver el capítulo 10 para una explicación de estas y las otras frases claves en la Biblia.

LOS CINCO PROFETAS MAYORES

Isaías:  El Rey que gobierna toda la historia

En el Libro de Isaías vemos a Dios como el gran Rey que gobierna toda la historia desde la eternidad pasada hasta la futura. Él es el Creador de todo y por lo tanto reina sobre todo.

Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios,
y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio,
y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá,
y haré todo lo que quiero.
Isa 46.9-10

En este contexto, Él manda un mensaje duro a Su pueblo a través del profeta Isaías.
Isaías escribió unos 150 años antes de la cautividad babilónica que se registra al final de II Reyes. Dios mandó esta profecía específicamente a los habitantes de Judá y de Jerusalén (Isa 1.1) porque estaba muy enojado con los de Su pueblo por razones muy obvias.

¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados!
Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás.
Isaías 1.4

Sin embargo, a pesar de Su ira, Dios no quería destruir a Su pueblo. Quería estar a cuentas con ellos, pero tendrían que arrepentirse de sus pecados primero. Para esto Dios les envió en mensaje del Libro de Isaías.

Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.
Isaías 1.18

JeremíasEl Juez que recompensa la iniquidad.

Jeremías escribió justo antes de la cautividad babilónica que vemos al final del Libro de 2Reyes. En este libro Dios es retratado como el gran Juez que recompensa a Su pueblo por su iniquidad de apostasía e idolatría, y entonces a través del profeta Jeremías le promete a Israel una dura retribución.

Y a causa de toda su maldad, proferiré mis juicios contra los que me dejaron,
e incensaron a dioses extraños, y la obra de sus manos adoraron.
Jeremías 1.16

Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva,
y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.
Jeremías 2.13

A la luz de estos pecados de Israel, la exhortación de Jeremías es bien clara.

Y habló Jeremías a todos los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: Jehová me envió a profetizar contra esta casa y contra esta ciudad, todas las palabras que habéis oído. Mejorad ahora vuestros caminos y vuestras obras, y oíd la voz de Jehová vuestro Dios, y se arrepentirá Jehová del mal que ha hablado contra vosotros.
Jeremías 26.12-13

Pero sabemos que los judíos no le hicieron caso. A pesar de la dura predicación y exhortación de Jeremías, ellos seguían en su necedad (como muchos cristianos hoy día, que a pesar de la clara enseñanza de la Escritura siguen carnales, fríos, irresponsables y mundanos) hasta que Dios los juzgó y los arrebató de su tierra en juicio llevándolos a Babilonia por los 70 años de cautiverio.

Lamentaciones: Los lamentos; fruto de la desobediencia

El Libro de Lamentaciones es “la división” entre antes y después de la dispersión babilónica. Israel rehusó someterse a Dios y a Su plan de extender el reino, entonces sufrieron las consecuencias de su pecado y de su rebelión. En Lamentaciones vemos que Dios les daba “con la vara de corrección” y era duro.

Jeremías escribió este libro (vea el título en su Biblia: “Lamentaciones de Jeremías”) cuando Judá y Jerusalén cayeron y fueron destruidos por los caldeos (los del reino de Babilonia).

¡Cómo ha quedado sola la ciudad populosa! La grande entre las naciones se ha vuelto como viuda,
La señora de provincias ha sido hecha tributaria. Amargamente llora en la noche, y sus lágrimas están en sus mejillas. No tiene quien la consuele de todos sus amantes; Todos sus amigos le faltaron, se le volvieron enemigos. Judá ha ido en cautiverio a causa de la aflicción y de la dura servidumbre; Ella habitó entre las naciones, y no halló descanso; Todos sus perseguidores la alcanzaron entre las estrechuras.
Lamentaciones 1.1-3

Ezequiel: El Señor que lo domina todo

El contexto del Libro de Ezequiel se establece en el primero versículo de la profecía.

Aconteció en el año treinta, en el mes cuarto, a los cinco días del mes, que estando yo
en medio de los cautivos junto al río Quebar, los cielos se abrieron, y vi visiones de Dios.
Ezequiel 1.1

Ezequiel estaba entre los cautivos de Babilonia. Históricamente Ezequiel tiene que ver con una profecía que Dios le dio a Su pueblo mientras que estaban bajo el castigo divino de la cautividad. Aunque hay mucha amonestación a arrepentirse del pecado en este libro, también se ve mucha esperanza. Dios quiere que Su pueblo sepa que todavía es Su pueblo y que todavía hay un futuro maravilloso para los que quieren arrepentirse, someterse y hacer Su perfecta voluntad. El mensaje central del Libro de Ezequiel es el de la restauración de Israel. El enfoque es la segunda venida y el Milenio. El libro empieza con una visión de la venida gloriosa del Mesías con Sus querubines y termina con la visión del templo en el reino mesiánico. Cuando Cristo—el Señor que lo domina todo— vuelve para establecer Su reino, Israel será resucitado y reinará con Él como la cabeza de las naciones. El pasaje clave de esta profecía es Ezequiel 39.23-29, y el versículo clave  es el siguiente.

Y sabrán que yo soy Jehová su Dios, cuando después de haberlos llevado al cautiverio
entre las naciones, los reúna sobre su tierra, sin dejar allí a ninguno de ellos.
Ezequiel 39.28

Daniel: El Todopoderoso que planea el futuro

Daniel escribió su profecía durante el tiempo del exilio en Babilonia también, igual que Ezequiel. En esta profecía Dios, otra vez, les da a los de Su pueblo la esperanza de que ellos siempre tienen un lugar en Su plan en la creación. Esta esperanza tiene que ver con la venida del Mesías y el reino que Él establecerá. Será un reino que, después de establecerse en la Segunda Venida, se extenderá en toda la tierra y luego para siempre. Israel tendrá parte en este plan para el futuro.

Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.
Daniel 7.13-14